
Si crees
que confías demasiado en las personas y que no te proteges lo suficiente de las
malas intenciones, este texto va por ti.
¿Alguna
vez te ha atacado alguien cercano por la espalda? ¿Alguna vez has confiado en
quien después resultó no ser quien parecía?
Creo
que no son muchos los que pueden decir que nunca han sido traicionados,
(calumniados, injuriados, víctimas de los hipócritas...), sin embargo he ido
descubriendo que las personas confiadas no suelen serlo por no haber sufrido de
engaño o deslealtad, generalmente es porque nacieron con una fuerte tendencia
natural a confiar en el ser humano, lo que implica asumir más de una decepción,
además de disfrutar de grandes satisfacciones.
A las
personas muy confiadas les falla a veces esa alerta porque la presencia de la
confianza es tan potente, que aparta de su vista el grado de desconfianza
necesario para que se active la “alerta interna” que nos protege de las
agresiones enmascaradas.
Ser
espontáneo y fluir en el presente está muy relacionado con andar confiado por
el mundo. Son cualidades que, en sí mismas, casi siempre son opuestas a la
“alerta interna” que necesitas tener activada para darte cuenta de que quieren
engañarte, que hay un doble juego, o para empezar a sospechar ante los sutiles
indicios de una inesperada traición.
Como
toda cualidad tiene algún inconveniente, cuando hablamos de CONFIANZA (en dosis
muy grandes) el aspecto negativo de esta cualidad puede ser esta falta de
alerta, muy necesaria en su grado justo. Esto ocurre cuando entregamos
indiscriminadamente y a ciegas, nuestra (loable y maravillosa) confianza.
En lo
más profundo y desde que existen las criaturas, el miedo es y ha sido una
cualidad básica para mantenerse vivo, en cualquier sentido. Confianza y miedo
se alternan si son igual de fuertes; si la confianza es mayor, o mucho mayor,
puedes llegar a desconectar la alarma. La alarma habitualmente se propulsa ante
el grado de miedo necesario para la propia conservación y supervivencia (en la
selva, en las ciudades, en los negocios, las relaciones, en el mundo de las
emociones, de las ideas, de las acciones...)
La
confianza es tan grata, ofrece tantas satisfacciones cuando se entrega a
personas de fiar, que uno se afinca en la confianza, el lugar en el que se
disipan todos los miedos, y entonces es cuando la alerta se desconecta. Fluyes
sin estar atento, y te das y confías porque es como te sale de dentro -y porque
seguro que eres de fiar-, sin plantearte si otros están a la altura del alto
valor que ofreces.
Puede
que te sientas tonto de capirote si eres confiado desde pequeñito y a lo largo
de toda tu vida siempre has vuelto a confiar en las personas, incluso después
de ver y vivir (sufrir) todo tipo de experiencias de decepción, ingratitud,
injusticia, hipocresía... (Bienvenido al club).
Este
texto está especialmente dedicado a ti si después de todo eso –que para muchos
es la vida misma-, sigues escribiendo la palabra confianza con mayúsculas, y te
abres y confías cuando vislumbras en otro los que siempre crees que son
"sinceros" valores o principios.
Y
siempre oyes comentar lo mismo a otros que les ha pasado igual: “jamás me lo
hubiese imaginado de esta persona”. Claro, porque si hubieras estado más
atento, más alerta, hubieras descubierto los sutiles detalles que delatan a los
falsos, y tu impresión, opinión o conclusión sobre esa persona no sería la
misma. La decepción no existiría.
Tampoco
podías imaginártelo porque si te traicionó, probablemente estaba muy cerca de
ti. Dejaste que se acercase demasiado a ti porque, por enésima vez, era otro ser
humano que despertaba tu confianza.
¿Cómo
es posible que no acabes de aprender la eterna lección y asumas que no todo el
mundo es lo que parece, que no es oro todo lo que reluce? ¿Cómo es que no
acabas de caer (del guindo y en la cuenta) y asumir que esta sociedad también
esconde abundante rivalidad, inmoralidad, envidia, falsedad..., además de
neurosis y bipolaridad a barullo?
Creo
que es por un “malentendido” muy común del contrincante interno -entrenado por
el contrincante colectivo-, que enfrenta las idea de confianza y alerta, a
través del significado que le damos a las palabras. Son sutiles malentendidos
lingüísticos que crean confusión en el inconsciente: Alerta = Alarma (miedo).
Es como un poderosísimo mensaje interno que te convenciese así: “relájate
y sé tú mismo, si confías no puedes tener miedo, apaga la alarma del miedo, no
la necesitas”.
La
programación correcta sería Alerta = Atención (precaución).
SUGERENCIAS
PRÁCTICAS:
Te
sugiero que ejercites la atención si te abres y confías demasiado en la gente.
Convéncete de que no es que seas tonto, (algo inocente o ingenuo, quizás) sino
que vives en un espacio interno de confianza y no te enteras de lo que ocurre
en otros espacios colindantes. (¡Si es que no te enteras!) Igual que
"el ladrón cree que todos son de su misma condición", en muchos casos
el honrado cree que todos son tan honrados como él. Aunque también hay muchos
honrados desengañados que han decidido no confiar, y hay otras soluciones:
Para
los que confían demasiado, la clave puede estar en encontrar el modo de
disociar internamente las ideas "alarma" y "alerta", para
que no surja el malentendido inconsciente: "si estoy alerta (atento) es
que tengo miedo, y si tengo miedo es que no confío". No es cierto.
Confía, no te "alarmes", y a la vez permanece atento, alerta. Cree
que puedes estar alerta ante lo que ocurre en el exterior mientras fluyes y
confías.
Sólo
tienes que darte cuenta de esa confusión interna -una de tantas- y encontrar el
modo de estar más atento a lo que pasa alrededor; relajado y a la vez atento,
observando... Confiado y con los pies en la tierra.
Asume
que estar alerta (atento) no significa estar tenso (alarmado). Se trata de
"encontrarle el punto" a la idea, porque la desconfianza nunca es una
solución feliz. Me parece mucho más recomendable un poco de objetividad y mucha
responsabilidad sobre las palabras/ideas que son el alimento diario de nuestra
mente.
Es
muy necesario que tomes conciencia de que la cautela y la prudencia, ni están
reñidas con la confianza ni son sinónimos del miedo. Elige y decide poner más
atención, estar mucho más presente...
Haz
algo para acordarte de estar atento y confiar. Por ejemplo, hazte con
algún tipo de "amuleto personal" y utilízalo como símbolo. Tuve un coachee (cliente
de coaching) que eligió y decidió que una canica azul representase atención y
confianza simultáneas, y la llevaba en el bolsillo cuando podía estar más
expuesto. (En cuanto a programación se refiere, la mente también puntúa alto
el mero interés en el cambio, reforzada con alguna acción que manifieste ese
interés).
Sería
estupendo que realizases algún
acto simbólico, algo que a ti
te recuerde la alerta/atención: un objeto que puedas llevar contigo, una
imagen, una frase mental o afirmación positiva al respecto, un escrito...
También
puedes inventarte una especie de "ritual íntimo" con el propósito de
activar tu alerta. Un acto en el que asocies la alerta/atención y la confianza. Recuerda alguna ocasión o situación
en la que confiabas mientras estabas muy atento, encuentra una clave de esa
situación que pueda servirte, y haz
algo con ella.
Investiga
qué personas, ideas, pensamientos, emociones... representan para ti
"Atención y Confianza". El lenguaje del inconsciente son los
símbolos. Recurre a los tuyos propios y haz
algo con ellos.
Puedes recordar los símbolos con los que se comunica tu inconsciente a
través de tus sueños y utilizarlos para programar tu nuevo estado
confiado-alerta. Usa la imaginación y tu creatividad.
Y si
confías en los demás, felicidades, seguro que también es porque perdonas.
(Nunca me siento tan sanamente egoísta como cuando perdono)
Una
última sugerencia, de todo corazón: no permitas que alguien te haga perder un
día tu confianza en las personas. Nadie debería tener el derecho ni el poder de
arrebatarte una cualidad que necesitas y que merecen de ti otros muchos seres
humanos.
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