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viernes, 2 de marzo de 2012

SI CREES QUE CONFÍAS DEMASIADO...






Si crees que confías demasiado en las personas y que no te proteges lo suficiente de las malas intenciones, este texto va por ti. 

¿Alguna vez te ha atacado alguien cercano por la espalda? ¿Alguna vez has confiado en quien después resultó no ser quien parecía?

Creo que no son muchos los que pueden decir que nunca han sido traicionados, (calumniados, injuriados, víctimas de los hipócritas...), sin embargo he ido descubriendo que las personas confiadas no suelen serlo por no haber sufrido de engaño o deslealtad, generalmente es porque nacieron con una fuerte tendencia natural a confiar en el ser humano, lo que implica asumir más de una decepción, además de disfrutar de grandes satisfacciones.

A las personas muy confiadas les falla a veces esa alerta porque la presencia de la confianza es tan potente, que aparta de su vista el grado de desconfianza necesario para que se active la “alerta interna” que nos protege de las agresiones enmascaradas.  

Ser espontáneo y fluir en el presente está muy relacionado con andar confiado por el mundo. Son cualidades que, en sí mismas, casi siempre son opuestas a la “alerta interna” que necesitas tener activada para darte cuenta de que quieren engañarte, que hay un doble juego, o para empezar a sospechar ante los sutiles indicios de una inesperada traición. 

Como toda cualidad tiene algún inconveniente, cuando hablamos de CONFIANZA (en dosis muy grandes) el aspecto negativo de esta cualidad puede ser esta falta de alerta, muy necesaria en su grado justo. Esto ocurre cuando entregamos indiscriminadamente y a ciegas, nuestra (loable y maravillosa) confianza.

En lo más profundo y desde que existen las criaturas, el miedo es y ha sido una cualidad básica para mantenerse vivo, en cualquier sentido. Confianza y miedo se alternan si son igual de fuertes; si la confianza es mayor, o mucho mayor, puedes llegar a desconectar la alarma. La alarma habitualmente se propulsa ante el grado de miedo necesario para la propia conservación y supervivencia (en la selva, en las ciudades, en los negocios, las relaciones, en el mundo de las emociones, de las ideas, de las acciones...)

La confianza es tan grata, ofrece tantas satisfacciones cuando se entrega a personas de fiar, que uno se afinca en la confianza, el lugar en el que se disipan todos los miedos, y entonces es cuando la alerta se desconecta. Fluyes sin estar atento, y te das y confías porque es como te sale de dentro -y porque seguro que eres de fiar-, sin plantearte si otros están a la altura del alto valor que ofreces.  

Puede que te sientas tonto de capirote si eres confiado desde pequeñito y a lo largo de toda tu vida siempre has vuelto a confiar en las personas, incluso después de ver y vivir (sufrir) todo tipo de experiencias de decepción, ingratitud, injusticia, hipocresía... (Bienvenido al club).

Este texto está especialmente dedicado a ti si después de todo eso –que para muchos es la vida misma-, sigues escribiendo la palabra confianza con mayúsculas, y te abres y confías cuando vislumbras en otro los que siempre crees que son "sinceros" valores o principios.

Y siempre oyes comentar lo mismo a otros que les ha pasado igual: “jamás me lo hubiese imaginado de esta persona”. Claro, porque si hubieras estado más atento, más alerta, hubieras descubierto los sutiles detalles que delatan a los falsos, y tu impresión, opinión o conclusión sobre esa persona no sería la misma. La decepción no existiría.  

Tampoco podías imaginártelo porque si te traicionó, probablemente estaba muy cerca de ti. Dejaste que se acercase demasiado a ti porque, por enésima vez, era otro ser humano que despertaba tu confianza.

¿Cómo es posible que no acabes de aprender la eterna lección y asumas que no todo el mundo es lo que parece, que no es oro todo lo que reluce? ¿Cómo es que no acabas de caer (del guindo y en la cuenta) y asumir que esta sociedad también esconde abundante rivalidad, inmoralidad, envidia, falsedad..., además de neurosis y bipolaridad a barullo?

Creo que es por un “malentendido” muy común del contrincante interno -entrenado por el contrincante colectivo-, que enfrenta las idea de confianza y alerta, a través del significado que le damos a las palabras. Son sutiles malentendidos lingüísticos que crean confusión en el inconsciente: Alerta = Alarma (miedo). Es como un poderosísimo  mensaje interno que te convenciese así: “relájate y sé tú mismo, si confías no puedes tener miedo, apaga la alarma del miedo, no la necesitas”.

La programación correcta sería Alerta = Atención (precaución).  

SUGERENCIAS  PRÁCTICAS:

Te sugiero que ejercites la atención si te abres y confías demasiado en la gente. Convéncete de que no es que seas tonto, (algo inocente o ingenuo, quizás) sino que vives en un espacio interno de confianza y no te enteras de lo que ocurre en otros espacios colindantes. (¡Si es que no te enteras!) Igual que "el ladrón cree que todos son de su misma condición", en muchos casos el honrado cree que todos son tan honrados como él. Aunque también hay muchos honrados desengañados que han decidido no confiar, y hay otras soluciones:

Para los que confían demasiado, la clave puede estar en encontrar el modo de disociar internamente las ideas "alarma" y "alerta", para que no surja el malentendido inconsciente: "si estoy alerta (atento) es que tengo miedo, y si tengo miedo es que no confío". No es cierto. Confía, no te "alarmes", y a la vez permanece atento, alerta. Cree que puedes estar alerta ante lo que ocurre en el exterior mientras fluyes y confías.

Sólo tienes que darte cuenta de esa confusión interna -una de tantas- y encontrar el modo de estar más atento a lo que pasa alrededor; relajado y a la vez atento, observando...  Confiado y con los pies en la tierra. 

Asume que estar alerta (atento) no significa estar tenso (alarmado). Se trata de "encontrarle el punto" a la idea, porque la desconfianza nunca es una solución feliz. Me parece mucho más recomendable un poco de objetividad y mucha responsabilidad sobre las palabras/ideas que son el alimento diario de nuestra mente.  

Es muy necesario que tomes conciencia de que la cautela y la prudencia, ni están reñidas con la confianza ni son sinónimos del miedo. Elige y decide poner más atención, estar mucho más presente... 

Haz algo para acordarte de estar atento y confiar. Por ejemplo, hazte con algún tipo de "amuleto personal" y utilízalo como símbolo. Tuve un coachee (cliente de coaching) que eligió y decidió que una canica azul representase atención y confianza simultáneas, y la llevaba en el bolsillo cuando podía estar más expuesto. (En cuanto a programación se refiere, la mente también puntúa alto el mero interés en el cambio, reforzada con alguna acción que manifieste ese interés). 

Sería estupendo que realizases algún acto simbólico, algo que a ti te recuerde la alerta/atención: un objeto que puedas llevar contigo, una imagen, una frase mental o afirmación positiva al respecto, un escrito...  

También puedes inventarte una especie de "ritual íntimo" con el propósito de activar tu alerta. Un acto en el que asocies la alerta/atención y la confianza. Recuerda alguna ocasión o situación en la que confiabas mientras estabas muy atento, encuentra una clave de esa situación que pueda servirte, y haz algo con ella

Investiga qué personas, ideas, pensamientos, emociones... representan para ti "Atención y Confianza". El lenguaje del inconsciente son los símbolos. Recurre a los tuyos propios y haz algo con ellos. Puedes recordar los símbolos con los que se comunica tu inconsciente a través de tus sueños y utilizarlos para programar tu nuevo estado confiado-alerta.  Usa la imaginación y tu creatividad.

Y si confías en los demás, felicidades, seguro que también es porque perdonas. (Nunca me siento tan sanamente egoísta como cuando perdono)

Una última sugerencia, de todo corazón: no permitas que alguien te haga perder un día tu confianza en las personas. Nadie debería tener el derecho ni el poder de arrebatarte una cualidad que necesitas y que merecen de ti otros muchos seres humanos.

 María Calandria / www.coachingmadrid.com

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