EL DESCUBRIMIENTO DEL PUNTO CIEGO
Cuando actúas, estás tan inmerso en el bosque -la acción- que puede que no veas los
árboles. En este caso, los árboles son todos los datos disponibles, la
información que hay detrás de lo que captas a primera vista, sólo desde la
primera fila.
Actuar y observar simultáneamente lo que ocurre requiere
entrar en un estado de conciencia y
atención muy poco habitual. Lo habitual es que después de actuar reflexionemos sobre nuestras
acciones, a no ser que se trate de un
acto premeditado, lo que no viene al caso.
La reflexión implica una observación de lo ocurrido: te conviertes en un
observador que contempla la acción y las circunstancias que la rodearon. Te
alejas del bosque para ser capaz de ver los árboles que lo componen, para
comprender la totalidad.
Siempre nos faltará información para comprender el todo,
pero es muy útil recabar la información que nos aportan las acciones pasadas y presentes. Se trata de tener en cuenta tanto el supuesto
de “prueba y error” como el de “prueba y acierto”. Aprender de lo que hacemos bien para descubrir y reafirmar nuestros valores y
afianzar nuestra actitud. Aprender de los errores para que se revele lo
acertado, los principios y los valores
que lo sustentan y el modo de
alinearnos con ellos en
adelante. Como sabemos, si seguimos
haciendo lo mismo, es muy probable que obtengamos los mismos resultados.
Aprender de lo que nos sucede es el mejor medio de aprender
algo. Tu propia experiencia contiene mucha información, fundamentalmente
sobre aquello que más te importa, sobre lo que guarda íntima relación
contigo. Tuyo es el territorio, nadie
más que tú puede conocer el mapa que te lleva a dónde quieres llegar, en cualquier
sentido y en todos los terrenos (nunca mejor dicho).
Para empezar, nadie puede llegar a saber mejor que tú dónde
estás, y esta es la primera condición para
comenzar a crear un mapa de recorrido.
Saber dónde estamos puede parecer obvio, pero no lo es. La
sociedad actual –la de consumo-
no incita a la reflexión. De hecho, promueve todo lo contrario, porque
la reflexión no encaja con el
“borreguismo” social que requiere una sociedad consumista. Pocos te recuerdan que, en lo que refiere a
tu vida y tus decisiones sobre ella, tienes pleno derecho a hacer de tu capa un
sayo. (Por si te interesa la expresión: http://www.estandarte.com/noticias/idioma-espanol/que-significa-hacer-de-tu-capa-un-sayo_1435.html
)
Existe un modo de obtener información sobre dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos y cuál es el
objetivo final; se trata de la conversación de coaching, la aplicación
actualizada del más puro método socrático.
El coaching sirve para ayudarte a descubrir la información que necesitas
y acompañarte mientras actúas y avanzas. Un coach te ayuda a trazar tu propio
mapa. Ese mapa exclusivo, único, que trata sobre tu vida y lo que quieres hacer
de ella, el mapa cotidiano y el que va marcando tu recorrido
con el paso del tiempo.
Lamentablemente, muchos son los que avanzan con el mapa de
otro, con un mapa heredado de sus padres o legado por la sociedad y su
cultura. Un coach te ayuda a descubrir
tu propio terreno, con sus peculiaridades y oportunidades, con sus condicionamientos
y facilidades. Un coach te ayuda a alejarte del bosque para observarlo, para
objetivarlo y obtener la información que necesitas para avanzar por él.
¿Puede cualquier otra
persona haber estado exactamente dónde
tú estás? Nunca, teniendo en cuenta
todos los factores que te llevan a estar dónde estás: tus valores, tus
prioridades, tus recursos, tus errores, tus aciertos, tu experiencia…
¿Puede alguien saber exactamente a dónde
quieres llegar y por dónde quieres ir?... Nadie cuenta con la información sobre
quién eres realmente, sobre tus prioridades –en muchos casos, cambiantes-, ni
sobre las emociones que te produce ir por un camino o por otro. Sólo tú puedes descubrirlo y proponerte hacer
algo verdaderamente útil con ese descubrimiento.
Un coach transpersonal se convierte en tu espejo, no te
juzga ni decide nada por ti. Desaparece con sus propias creencias y opiniones
para permitir que tú, a través de la
conversación, te muestres como eres, descubras los principios que te mueven, te
respondas a preguntas fundamentales, saques tus propias conclusiones y te
comprometas con acciones determinadas, siempre elegidas por ti.
El coach y tú sois dos observadores de tu vida, y junto a él
descubres lo que te resulta más importante ver y considerar. El coaching te
descubre lo que está en tu “punto ciego”, lo que no ves desde dentro del problema o el
reto, lo que te impide ver las oportunidades que hay disponibles en tu caso particular y en tu preciso momento. Después de la conversación de coaching viene la acción, la
puesta marcha de los pasos que quieres dar y el acompañamiento de tu coach
durante el camino. A ese acompañamiento lo llamamos proceso de coaching.
Tu coach es tu socio fiel y el de tus intereses, te revela
tus prioridades, tus posibilidades de cambio y, lo más importante, tu libertad
de acción. El propósito fundamental de un coach transpersonal es este: que te
descubras a ti mismo haciendo lo que realmente quieres hacer para que llegues a
vivir como de verdad quieres vivir.
Me resulta muy interesante esta idea del punto ciego sobre el que el proceso de coaching va arrojando luz de manera gradual. Me pregunto si en realidad parte de esa ceguera provenga, no de esa parte de nosotros mismos que no vemos porque queda oculta ante el "espejo retrovisor" sino por el mero hecho de no pararnos a mirar, de no dedicar tiempo personal a mirar más allá.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Jesús. Pienso que es muy recomendable mirar hacia dentro, poner el enfoque en esa parte de nosotros que habitualmente no vemos, descubrirla y avanzar con ella. Nos referimos, claro, a la toma de conciencia. El coach está para ayudar a tomar conciencia, a descubrir, y te recuerda que existe ese punto ciego para que te acuerdes de girar la cabeza... :)
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