(Reflexiones de Coaching Transpersonal)
¿Decido ser libre para elegir aquello que realmente quiero,
que dará más sentido a mi vida?
¿Soy libre para decidirme por eso que en
el fondo sé que mejorará
la calidad de lo que vivo, o que me mejorará a mí, o
ambas cosas?
¿Soy libre para luchar por lo que mi voz interior me reclama
y que a la larga experimentaré con descanso, pase lo que pase?
¿Elijo lo que me hace sentir más vivo?
Sé que hay “algo” dentro de mí que elige la seguridad de lo
que conozco hasta ahora, incluyendo "lo malo conocido", el dolor y sentimiento
de carencia que me resultan “familiares” desde hace tanto tiempo. Sé que muchas veces
elijo la seguridad porque, en el fondo, temo que el movimiento del cambio la ponga en peligro.
El miedo a perder la seguridad nos empuja a optar por el no-cambio. Sin
embargo, el cambio, el movimiento, es la libertad y la valentía de vivir.
Significa renovarse, evolucionar, observar la vida desde otras perspectivas, asumir
nuevas creencias propias y descartar antiguas creencias y el contagio de las de otros.
Siento que podría seguir viviendo el resto de mi vida como
si fuese una obra siempre inacabada, en permanente ensayo, a la espera de que
suceda algo que se parezca a un "estreno", como si mi tiempo aquí
fuese ilimitado y 80 o 90 años fuesen una eternidad, cuando la vida me demuestra que cada año pasa más deprisa.
Soy libre de permanecer en esa “seguridad” ficticia
que me
permite seguir ensayando mi propia vida.
Soy libre de elegir vivir siempre así,
pero si opto por esa elección, soy consciente
de que corro el
riesgo de irme cualquier día del teatro del mundo
sin haber llegado nunca a ser
protagonista de una vida verdadera.
Cuando elijo lo que siento más vital, lo más saludable y beneficioso, lo que implica movimiento, avance y vida, me sobreviene una satisfacción debido a la coherencia interna.
Elegir de esta manera me aporta paz porque me alinea con mi verdadera
naturaleza. Si soy capaz –siempre es difácil- de trascender el apego
y el miedo que me empujan a quedarme con “lo de siempre”, alcanzo valentía y serenidad. Sé que por ahí el camino es fluido, que está lleno de vida, y que merecerá la pena ocurra lo que ocurra. Sé que es una cuestión de elección y decisión, y de adjudicarle después una fecha, un momento al primer paso, a la primera acción en la dirección de lo que tiene más y sentido vital para mí.
El caso es que no siempre mis mejores ideas, emociones y creencias
son las dueñas de mis decisiones y elecciones. Entonces, ¿qué es lo que
dirige mi vida en esos otros muchos momentos?
Algunos lo llamamos el "yo pequeño” o el "contrincante interno”. A mí me alivia descubrir y experimentar que puedo apartarme de ello para observarlo y lograr que me deje en paz y tranquilidad, porque mi objetivo es otro, son otras mis prioridades actuales y ahora actúo en consecuencia.
Cuando mi contrincante interno se muestra en mi mente para interferir entre mis metas y yo, y boicotea las decisiones y elecciones que fomentan mi vida y salud como individuo y ser vivo completo, me alineo con mi única y verdadera Identidad, y con la ayuda del coaching descubro motivación, fuerza, sentido, confianza, visión, determinación, entusiasmo... para reconocer a mi aliado interno y actuar desde él.
Mi coach -su espejo- y mi yo-aliado, somos dos para trascender y vencer al contrincante, al personaje irreal que se hace pasar por mi yo auténtico, para perpetuarse como aspecto y rasgo mental. Su forma biológica es la de encimas neuronales, nacidas y alimentadas por los hábitos, que simplemente luchan por su supervivencia. Sin embargo, yo soy el jinete en el mito del "Carro Alado" de Platón. La identidad que preside la mente y que habita en el lugar de mis elecciones conscientes, aquí y ahora.
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