Quiero dedicar hoy este texto a alguien muy cercano
y querido que ahora pasa por una situación parecida a la que yo viví hace años,
y también se lo dedico a todos los demás que hayan vivido o estén viviendo esa
experiencia.
Me gusta la poesía. Toda la de Pedro Salinas. …//…Lo que eres,
me distrae de lo que dices"…//...”Conocerse es el relámpago”//…, la
de Vicente Gallego, la de algún amigo poeta conocido o desconocido, la mía
también, a veces, que casi soy otra desconocida. Me gusta mi poesía cuando la
siento tan grande que no es mía, de mis facultades, de mi cerebro... Cuando se
escribe a través de mí y la veo aparecer desde mis dedos y me sorprende, me
sorprende a mí antes que a nadie.
Me gusta la vida cuando se viste de domingo. Cuando se pone mayúscula,
arrebatadora, y se manifiesta de infinidad de formas diferentes.
Me gusta la vida como marco de un abrazo que no quiere acabarse nunca, y
la vida de esta soledad que aún sonríe y se columpia en los nocturnos de Chopin
mientras elijo pensar: "Qué gusto de cama perfecta, qué noche tan perfecta
a la luz amarilla de la farola que alumbra mi rincón, y esta música y Dios
esperándome tras los párpados"...
Me gusta creer en mí misma, en las amistades verdaderas, a las que tanto
tenemos que agradecer, en el amor como expresión y regalo principal de Dios y
de la vida.
Me gusta creer que todas las religiones son falsas, dentro de la
maravillosa verdad que las unifica a todas. Me gusta practicar yoga,
meditación, y conocer cada día un poco más de quien verdaderamente soy, para
poder reconocer entonces cualquier máscara que quiera confundirse conmigo.
Me gusta reconocer que soy fuerte y valiente, y que seré capaz de proteger y
cuidar de esa otra parte de mí, tan vulnerable, a la que estoy aprendiendo a
querer más cada día.
Me gusta crear. Lo que sea. Necesito crear. Escribir un poema, inventar
una receta, decorar una cajita, componer una canción, improvisar un cuento para
mi hijo, plasmarme en el barro, en una tela o un papel, jugando a que el alma
es imprimible...
Me gusta reír. Sentir que la alegría es un don que se lleva dentro, y
descubrir que es ella al final la que vence y nos redime del dolor, porque es mucho
más valiosa y más fuerte que el llanto.
Me gustan las conversaciones interesantes, la luz de muchas velitas por
los rincones, la música cambiando a cada nota lo que vemos. Me gustan las
noches de amor, los amaneceres de amor, las siestas de amor. Me gusta un hombro
amado impregnando en mi memoria un aroma de Armani. Me gusta el buen vino.
Tinto, siempre tinto, y siempre en buena compañía y en copa de cristal, no
importa el lugar.
Pero ahora, lo que más me gusta es pensar que el periodo que estoy
viviendo en mi vida acabará pronto. Que dentro de unos meses volverá a crecerme
el pelo, acabarán los ciclos de quimioterapia, todo saldrá bien y el pronóstico
seguirá siendo igual de bueno o mejor...
Me gusta pensar que la vida es esto, también, unas líneas escritas desde
el alma, porque seguimos aquí y estamos vivos, sabiendo que el estigma de la
palabra cáncer no es más que un estigma, y que en realidad nos moriremos sólo
cuando nos toque.
María José Calandria
Septiembre de 2004